martes, 15 de mayo de 2007

La regla de los tres doses

Hace unos días me comentaba un compañero una anécdota sobre la propaganda que le llegaba a su correo electrónico, en concreto una oferta de Amazon sobre una aplicación informática profesional que él utiliza pero de escasa implantación a nivel del usuario general, por lo que dicho anuncio no podía ser otra cosa sino dirigido. La conversacion fue derivando por los anuncios que te ofrece gmail, etc, hasta llegar a la mítica escena de Minority Report en que a Tom Cruise le van identificando los paneles de anuncios, y le van ofreciendo personalizadamente cosas de su interés.


No se si llegaremos a tanto (o si lo veremos los que ya hemos nacido) pero de la evolución tecnológica que hemos vivido estos últimos años hace muy difícil saberlo. Hace unos años leí en algún sitio que esta evolución se regía por la regla de los tres doses que dice que cada dos años las prestaciones de un producto se duplican, y se divide por dos el precio. Un para de datos: hace tres años compre mi primera cámara digital, y le puse una tarjeta de memoria de 256Mb que me costo 78€. Ahora una de 2Gb cuesta unos 20. Un portátil de 2,4Mhz me costo 900€. Hoy por 615 hay uno de 3,5MhzDual y el cuádruple de memoria y disco duro.


No creo que falte mucho tiempo para que empecemos a hablar de teras, dispongamos de formatos audiovisuales de alta resolución, redes inalámbricas que hagan posible la telefonía móvil vía IP u otras muchas cosas que ni siquiera imaginamos.


Mi padre cumple este verano 78 años, y ha vivido casi siempre en el medio rural, donde las labores agrícolas se realizaban hasta entrados los 1960s de la misma forma que en tiempos de los romanos, con levísimas diferencias. En su vida ha pasado de lo mas absolutamente manual a los últimos avances en comunicaciones, oferta audiovisual, ocio y posibilidades de entretenimiento al alcance de prácticamente cualquier ciudadano medio de este país.


Si extrapolamos esta progresión quiza podamos tener un orden de magnitud del futuro que nos depara la tecnología, y aunque me temo que dicha labor este limitada a mentes como la de Julio Verne o Asimov, es posible que cualquier cosa que se nos ocurra, por disparatada que parezca, llegue a hacerse realidad.