jueves, 8 de enero de 2009

Historias de mi Pueblo

Voy a contaros hoy una serie de cosas que pasan en mi pueblo. Es un pueblo pequeño, situado al Norte, entre escarpadas montañas. Se llama Gezurralde, y he de decir en primer lugar que soy hijo adoptivo, pero ya se sabe lo que se dice acerca de donde pacen los bueyes ...

Como digo no somos en Gezurralde mas de 100 habitantes, y vivimos francamente muy bien. La gente es muy abierta y sabe disfrutar de las cosas buenas de la vida. Se come divinamente y es habitual que los grupos de amigos se reunan a cenar o a tomar vinos y pintxos por los bares. El clima es algo lluvioso pero bastante templado, por lo que en verano se puede disfrutar de la playa. Al estar los montes cerca no es raro encontrarte excursionistas de paseo, casi en cualquier época del año.

Mi pueblo, junto con el de al lado, es el más especial de todo el país. Tenemos unas tradiciones muy arraigadas, que han perdurado hasta nuestros dias, y que además nos han permitido adquirir un estatus de autonomía muy importante. Nosotros nos guisamos y nos comemos casi todo, sin que nadie se entrometa en nuestros asuntos. Una de las cosas que mas nos diferencia del resto de pueblos que nos rodean es nuestra lengua. Es antiquisima y ha sobrevivido a las invasiones que se han sucedido a lo largo de la historia. Solo 12 o 14 personas lo hablan en el pueblo, y la mayoria de la población ni siquiera la conocemos, pero las autoridades no estan escatimando esfuerzos para que se extienda, llegando incluso a enseñar a los niños en ella, aunque no la conozcan. No es que conocerla te sirva de mucho, mas alla de posibilitarte el acceso a puestos públicos, pero es una forma de reafirmarse en nuestros origenes.

Mención aparte merece la religiosidad de este pueblo mio; siempre hemos sido muy cristianos, y hay que reseñar que antes de hacernos cristianos, en la época de los romanos, teníamos nuestra propia religion, como cualquiera de los pueblos con los que coexistíamos. Esta religión se llama Fedea, y sus seguidores Fedeistas. Y aunque durante siglos no ha tenido seguidor alguno, ha debido permanecer latente en cada uno de nuestros corazones, a juzgar por la fuerza con la que ha resurgido. Quien les iba a decir a los primeros Fedeistas modernos, allá por el ocaso del siglo XIX, que conseguirían implantar de forma mayoritaria esta ideología en nuestro pueblo, tan solo 80 años después. Merece la pena que os cuente como sucedieron las cosas.

A mediados del siglo XIX se consideraba el Fedeismo como un vestigio histórico meramente anecdótico, sin ninguna herencia que hubiera perdurado hasta entonces. Sin embargo, coincidió el movimiento romántico con la caída de la opinion favorable que el mundo tenía del cristianismo y con su descomposición en multiples iglesias locales, dejando de ser una opción global, lo que provocó la aparicion de las primeras voces, pocas, reclamando un vuelta al Fedeísmo. Eran gentes de ideas por lo general pintorescas, que no consiguieron pasar de la mera anécdota. Pero el devenir de los acontecimientos en sucesivas décadas en las que la Iglesia pudo excederse al imponer ritos y creencias despreciando las tendencias localistas, provocó que el fedeísmo arraigara en una parte de la sociedad Gezurraldesa, si bien se entendia no como un ruptura total sino como una adaptación del cristianismo a las circunstancias locales.

Tras la guerra civil el obispo persigió con saña el Fedeísmo, prohibiendo su culto, a la vez que se reprimía nuestra lengua, lo que constituyó un atentado contra la libertad social sólo comparable con el que se perpetró contra el resto de la población española. Pero nosotros siempre hemos estado un punto por encima del resto en cuanto a autonomía, y la cosa nos afectó más. Por entonces un par de chavales del pueblo montaron un grupo terrorista llamado a luchar contra el dictador por nuestros derechos, y por nuestra independencia religiosa, con un considerable respaldo social incluso fuera de nuestro pueblo. En estado latente, la larva del Fedeísmo se desarrollaba discretamente hasta convertirse, con el cese de la represión, en la ola imparable que, cual plaga de langosta, dominaría el panorama social durante décadas.

En la actualidad todos en mi pueblo somos Fedeístas. Nadie osa poner la cosa en tela de juicio por temor a ser tachado de anti-fedeísta, y aunque es un pena que los chavales de la banda terrorista sigan matando a los pocos que discrepan de la mayoría, y que además tengan el respaldo explícito de otros cuatro o cinco, está claro que éste era el destino de Gezurralde, aunque hayamos tardado 2000 años en darnos cuenta. No faltarán voces que de vez en cuando nos echen en cara lo artificioso de esta nueva ideología, olvidando las profundas raíces que la sujetan, como ha quedado expuesto. Nosotros hemos sido, somos y siempre seremos Fedeístas, y aunque todavía echemos mano de la Santa Madre Iglesia para algunas celebraciones, la convivencia con ella es sobrellevable, sobre todo desde que firmamos un jugoso acuerdo económico con ella.

Espero que todas estas reflexiones sirvan para que los que nos conozcan comprendan el porqué de nuestros actos, siempre guiados por lo profundo de nuestras creencias, aunque de muy reciente implantación, y aunque pueda sonar a luchas de otros siglos, aqui apostamos por Una Gezurralde Grande, y religiosamente Libre.